Mi analista dice "bue-no" como dando la pauta de que la sesión ha terminado. -Bueno, nada, hoy no soporto ese bueno- pienso yo, mientras le digo "está bien". Pero si yo, no, no, no; no es justo. Y me voy con la sensación amarga de que otra vez no hablé de esa "cosa" que anda dando vueltas en mi cabeza hace días. Pero, esta vez yo quería hablar, si empecé hablando de la otra "cosa" que, indudablemente, va de la mano con la "cosa primera"; estaba a punto de hablarlo cuando ella me dijo "bueno" y, para mayor decepción , después le sumó a esa palabra un-"nos vemos en dos semanas"-. Entonces vuelvo caminando a la estación de trenes para internarme con mi yo y la "cosa primera" a cuestas. Me harto de la "cosa" que pasa a ser la cosa pendiente.
Hace unos días hablábamos con mi hermana de la "cosa primera", ella me dijo que siempre hablaba de eso en terapia. Le conté que yo, en cambio, hablo mucho de mamá. Después de la charla me quedé pensando y caí en la cuenta que cada vez tengo menos recuerdos de papá, que casi ya no lo nombro, pero que cuando alguien me habla de él yo me emociono terriblemente, aunque no suelte ni una sola lágrima delante de otros. Y hoy que estaba decidida a hablar de él en terapia, hablo de cosas menores y otra vez de mi mamá.
En el camino me detengo unos segundos para escribir algo en mi blog, de repente lo nombro y recupero algunos recuerdos, sobre todo los de sus últimos años de vida. Algo me sugiere todo esto: quiero recuperar el resto con retacitos propios y ajenos, y para ello no hay piedras en el camino como los que me invento, nada puede detenerme ni siquiera los "bue-no" de mi terapeuta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario