Ayer después de dos semanas de no trabajar volví a la investigación de mercado, volví a ser la insoportable que irrumpe en las casas de familia para hacer las mismas preguntas idiotas a la gente como si ésta fuera idiota. Otra vez a interrumpir momentos con el maldito tirin tirin telefónico, a decepcionar a los que esperan el llamado de sus amantes perdidos, a advertir a mis interlocutores que no vendo nada, y a poner voz sensual cuando me atienden los hombres de veintipico, los de treintaipico, los de 40, bueno los de sexo masculino (que tienen linda voz) en general.
Ayer hablé con Yolanda o con Jennifer ¿o su hijo se llamaba Johnattan?, en fin no lo recuerdo, lo que me acuerdo es que ella me contó que su marido tuvo cinco intentos de suicidio y que sus hijos lo querían internar en un psiquiátrico pero ella se resistía a llevar esto último a cabo, ante su relato tuve que interrumpirla varias veces para que me dijera si tenía auto, acondicionador de aire, computadora, tarjeta de crédito, lavarropas automático (en ese orden) a lo que Yolanda, o como se llamara, respondió “Ja, no, querida soy pobre”. Para la investigación de mercado, como todo se reduce a números, Yolanda es una D2, al igual que Olga, con quién también hablé ayer. Olga vive con su hija y recibe el plan jefes y jefas; ella me habló de la precariedad de la salud pública, se quejó que en este país los que no tienen plata no tienen acceso ni a lo más indispensable como lo es una buena prestación médica. Obviamente tenía razón, todo esto a las empresas les importa un pito, y como de costumbre no encontré en la encuesta ni un huequito donde registrarlo, por eso mismo lo cuento acá.
Ayer hablé con Yolanda o con Jennifer ¿o su hijo se llamaba Johnattan?, en fin no lo recuerdo, lo que me acuerdo es que ella me contó que su marido tuvo cinco intentos de suicidio y que sus hijos lo querían internar en un psiquiátrico pero ella se resistía a llevar esto último a cabo, ante su relato tuve que interrumpirla varias veces para que me dijera si tenía auto, acondicionador de aire, computadora, tarjeta de crédito, lavarropas automático (en ese orden) a lo que Yolanda, o como se llamara, respondió “Ja, no, querida soy pobre”. Para la investigación de mercado, como todo se reduce a números, Yolanda es una D2, al igual que Olga, con quién también hablé ayer. Olga vive con su hija y recibe el plan jefes y jefas; ella me habló de la precariedad de la salud pública, se quejó que en este país los que no tienen plata no tienen acceso ni a lo más indispensable como lo es una buena prestación médica. Obviamente tenía razón, todo esto a las empresas les importa un pito, y como de costumbre no encontré en la encuesta ni un huequito donde registrarlo, por eso mismo lo cuento acá.
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