domingo, febrero 05, 2006

Aventuras del mundo actual

Desde hace varios días me encuentro en la ardua e incesante búsqueda de trabajo. La tarea no es sólo ardua sino tediosa: mirar los avisos clasificados, visitar bumeran y todas esas páginas similares a aquella es un verdadero embole que te roba tiempo y gran parte de tu energía. Debería relajarme, hacer caso a mi analista y pensar, como si de un partido de fútbol se tratara (Closs), que este es un buen momento. Para los psicólogos todas las etapas críticas de nuestras vidas son buenos momentos, yo quiero creer lo mismo pero en seguida des.espero. Y peor es cuando me encuentro con gente en la misma o similar situación que yo. El otro día, por ejemplo, fui a una entrevista laboral para un trabajo de telemarketer; la entrevista fue tomada en forma grupal. Con lo cual me vi rodeada de jóvenes que contaron acerca de sus experiencias laborales, la gran mayoría de ellas como operadores telefónicos, ya sea en atención al cliente de no sé que poronga al mercado hispano de EE.UU. y no sé que otras mierdas más. No es que yo antes de esa entrevista viviera en un un frasco de mayonesa y no supiera de la existencia de este tipo de trabajos, pero mientras escuchaba a esos chicos y se acercaba mi turno en la ronda para hablar de mis propias experiencias y, sobre todo, no olvidarme de manifestar mi orgulloso deseo de vender seguros o lo que fuera, o sea MENTIR, vivía la situación como un horrible experimento, fue como que mi conciencia se despertara de repente y comenzara a sentir que chocaba ante la in.transformable realidad del mundo actual. Experimento porque en esa hora y media que duró la entrevista me la pasé analizando todo lo que sucedía, además porque me sentía junto a mis pares en una especie de reality show donde se evaluaba quiénes mentían mejor para quedar en los "ansiados" puestos de teleoperadores.
Ahora ya es domingo, el experimento pasó, y pienso que mi mentira en la entrevista para telemarketer no debe haber convencido a ninguno de ese auditorio ya que no me telefonearon para avisarme "seguís en la academia, digo en la empresa" y, la verdad, que a esta altura eso no me frustra sino que por lo contrario, me reconforta. Hoy no compré Clarín (gracia a dió), me regalaron el clasificados, lo hojeo casi a desgano, leo hasta que me canso letritas negras que dicen telemarketer, telemarketer, luego varios avisos en inglés, italiano, etc. Y paradojalmente pienso en inglés: "fuckin world".

3 comentarios:

Abukasem dijo...

Yo tuve una experiencia similar...a decir verdad demasiadas, en Gran Hermano España-Madrid. Recuerdo que en una entrevista, me preguntan: "Agustín, cual crees que es la mejor virtud de un comercial". Yo, rodeado de madrileños, con acento tanguero, le dije: Saber mentir. Obviamente estaba quemado de entrevistas para ser comercial, asi que había decidido divertirme. El ohhhhhhh que se escuchó solapado cuando di mi respuesta, fue un petit-truinfo. Como sabrás, no me llamaron, obviamente.

Eugenia Rombolá dijo...

Ay, little nena, eso que decís de los analistas es tan cierto... lo que pasa es que a ellos las situaciones críticas les vienen como anillo al dedo, con decirte que mi analista, desde que me atiende, tuvo que injertarse tres manos más, porque las que tenía ya no le alcanzaban para tantos anillos.

Emilie dijo...

Aha es así, Eugenia. Otra cosa que sucede es que cuando uno plantea una problemática que tiene que ver más con lo material concreto al analista todo el discurso que éste tiene preparado se le va al tacho en seguida. Bueno, esto no es novedad, por algo Freud nunca atendió a un proletario.