la mitad de la semana marcada por las obligaciones, cosas que me obligo o que me obligan, lo indecible, las elecciones, todo esto que son cuestiones de las que no se sale así nomás. Cuento demasiado de mí sin mencionar el por qué, la razón.
El sábado a la noche hubo reunión de mujeres en donde las chicas se confiesan y algunas lloran. Yo esquivo responder al por qué.
El domingo de Liniers a Morón, sentimientos partidos, recuerdos, y en el almuerzo mamá que reclama amor.
El lunes pido piedad y me armo de fantasías en el 60, de Nuñez a Monserrat. Contesto a un por qué, esta vez la respuesta encuentra cierta consistencia: placer de cantar y sacar algo de lo más profundo de mí.
Martes, intolerancia, a la noche lecturas, relecturas atravesadas por el presente. Obligaciones. Vuelvo a no nombrar el por qué.
Miércoles, apuntes en la mochila dan cuenta de mi intento por acomodarme en algún casillero.
Las palabras que escribo devuelven verdades a media.
5 comentarios:
a veces uno no sabe por qué. A veces es mejor ni pensarlo...
¿Hay necesidad de tener un por qué para todo?
ninguna necesidad. Pero el por qué nos sigue hostigando.
Emilie no sé en qué verdad a medias andará, pero hoy disfrute del día, que por fin llegó la primavera
(esto no significa que la exima de postear antes de que termine la estación)
SAlu2 cordialísimos,
¿Por qué no?
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