sábado, agosto 26, 2006

yo que no quería hablar de mí...

El cielo amenaza lluvia y mi sábado fragmentarse en pedazos por una decepción.
Preparar tés en yuyos, un Nick Cave en la compu, una película ya vista y una salida a la noche tiene cierto gusto aún cuando sabemos que voy a terminar volviendo a casa sola. El programa depresivo que planeo para hoy tiene un lado masoquista que me atrae, que lo diferencia de mañana; el domingo ya es opresivo, me aplasta, me vuelve una bolita en mi cama dañándome por completo.
Todo empezó anoche en una fiesta rodeada de gente de mi edad en la cual se festejaba la graduación de un amigo de amigos. En medio de chicos clase media alta de tendencia progre, y entre charlas con cierto aire de triunfo, aparecía él haciendo la distinción.
Ahora, después de la "tormenta" queda un sólo pensamiento que repercute en miles.
Los primeros encuentros con un otro atractivo te condicionan a actuar de una determinada manera frente a aquella persona, que en esas circunstancias, no deja de ser sencillamente un depositario de expectativas ajenas. Todo se vuelve confuso: una sonrisa, un gesto, una distracción.
A las 6 am de hoy casi lloro y casi "muero"; creo que sí, todo indica que me gusta, y me pregunto si, a pesar de todo lo malo, puede ser eso algo bueno.

1 comentario:

Lunita dijo...

Llore Emilie... pero no se muera. Pero llore, porque es bueno