Página en blanco a las 21 hs. Hora de cena y yo hace días que no paso un atardecer de semana en casa. Hoy cuando salí de la oficina de mala muerte en la que estuve haciendo las encuestas políticas sobre la candidatura de Lavagna para las próximas elecciones, decidí no ir a cursar y pasar una tarde distinta. Esquivé obligaciones pero no quise volver a casa.
A veces elijo esa soledad placentera, pero nada de shoppings, nada de pinturitas ni de ropa. Hoy no hubo nada de eso, no me entregué al consumismo desenfrenado, aunque tenía muchas ganas de gastarme toda la plata que había cobrado. Chusmeé librerías, disquerías mientras dejé que mis dos yo debatieran: el racional ahorrista y el gastador compulsivo. El resultado fue moderado ya que el invierno puede ser duro.
Soledad solitaria; yo sola, hace mucho que no elegía sentirme así. Voy a inventarme historias hasta regresar a casa y usaré el plural para incluirme en un nosotros. No me vas a aplastar, vamos a descender juntos por la avenida de la soledad hasta llegar al momento más feliz.
6 comentarios:
es encantador ese vagabundeo...
qué lindo texto.
vamos!
Encantador paseo, suspender la marcha del mundo y posponer todo. La lectura de blogs se parece a la recorrida libresca, en ese atisbo rápido de solapas, primeras páginas y fragmentos leídos al azar.
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