Anoche me fui a la cama con el maquillaje puesto sin besos ni piropos. En la esquina de casa los chicos y las chicas se preparaban para el boliche, el ritmo reggaeton, el chamullo, etc., mientras yo terminaba la noche de un sábado, como tantos otros, derramando un par de lágrimas con un falso justificativo relleno de nostalgia hartamente manoseada. Escenas conocidas de memoria por mí se acomodaron en el lugarcito que les cedo siempre cuando abunda la culpa propia. Culpa de la cual hoy no quiero hablar porque me hace mal.
Hoy me desperté preparada para vivir un domingo lleno de frustración, entonces para no pensar demasiado limpié toda la casa, no quedó ni una sola cosa fuera de lugar y dejé todo con rico olor. Pero, como no soy una maníaca de la limpieza, ni mucho menos, y la casa brillante no produce en mí el menor gesto de satisfacción, luego de limpiar compré y comí facturas con mucho dulce de leche en busca de un mínimo regocijo dominguero. Después continué el día con un poco de estudio, lectura ligth, muy, sobre la ley Dromi, la reforma del estado de Menem y las privatizaciones, todo eso que en este momento no me resulta otra cosa que liviano teniendo en cuenta los tiempos que corren, sumándole que hoy por hoy eso es sólo el contenido de una materia, y, en últimas de un final que ni siquiera voy a dar porque no estoy preparada, en fin lectura liviana como mi cena, con mucho verde.
Y termino el domingo escuchando música: “You´re the one for me, fatty” “Miedo a la oscuridad, miedo a la oscuridad, ¿quién me viene a buscar? ¿quién me viene a buscar?” tarareo estas y otras canciones para alegrar el ambiente.
Hoy quiero dormirme acompañada de sonidos, de voces; quiero escuchar algo más que los ruidos de los autos provenientes de la calle y del tic tac del reloj. Busco con qué melodía dormir, se me ocurre una cancioncita del meloso K. Johansen, pero en seguida me hace acordar a la propaganda de un jabón en polvo y me agarra una sensación fea; pienso en alguna canción que no hable de amor, busco, busco y no encuentro. La verdad, preferiría dormirme con vos.
Hoy me desperté preparada para vivir un domingo lleno de frustración, entonces para no pensar demasiado limpié toda la casa, no quedó ni una sola cosa fuera de lugar y dejé todo con rico olor. Pero, como no soy una maníaca de la limpieza, ni mucho menos, y la casa brillante no produce en mí el menor gesto de satisfacción, luego de limpiar compré y comí facturas con mucho dulce de leche en busca de un mínimo regocijo dominguero. Después continué el día con un poco de estudio, lectura ligth, muy, sobre la ley Dromi, la reforma del estado de Menem y las privatizaciones, todo eso que en este momento no me resulta otra cosa que liviano teniendo en cuenta los tiempos que corren, sumándole que hoy por hoy eso es sólo el contenido de una materia, y, en últimas de un final que ni siquiera voy a dar porque no estoy preparada, en fin lectura liviana como mi cena, con mucho verde.
Y termino el domingo escuchando música: “You´re the one for me, fatty” “Miedo a la oscuridad, miedo a la oscuridad, ¿quién me viene a buscar? ¿quién me viene a buscar?” tarareo estas y otras canciones para alegrar el ambiente.
Hoy quiero dormirme acompañada de sonidos, de voces; quiero escuchar algo más que los ruidos de los autos provenientes de la calle y del tic tac del reloj. Busco con qué melodía dormir, se me ocurre una cancioncita del meloso K. Johansen, pero en seguida me hace acordar a la propaganda de un jabón en polvo y me agarra una sensación fea; pienso en alguna canción que no hable de amor, busco, busco y no encuentro. La verdad, preferiría dormirme con vos.