lunes, febrero 13, 2006

Recuerdos

Sentada frente a la computadora, acordándome de caras viejas, sentimientos, palabras, olores. Aparece un gesto suyo muy marcado diciendo " chau", luego su voz en el teléfono, la imagen de su cara como muestra de angustia y enojo, todo esto se amalgama en un triste final, como los de los grandes melodramas. Me olvido fácilmente de algunas cosas, pero hay otras que permanecen fijas, como su rostro, sus gestos, su risa; lo que no conozco es su llanto. Pequeño descubrimiento que lo traslado acá en forma de inquietud: No conozco cómo lloran los hombres con los que estuve, ¿ es eso algo sintomático?. Y, bueno sí, del último, no conocí sus miedos, ni sus fracasos, no conocí su casa, ni a su famila, no entré a su vida, sin embargo algunas mañanas lo recuerdo y otras lo extraño. Puedo vagar con el misterio día y noche, el me acompaña, lo busco, me llena, pero a la vez es como seguir pegada a la fantasía, a la ficción porque lo misterioso reaviva el pensamiento, arma juegos; y en mí se convierte en obsesión. Una obsesión que hoy se traduce en palabras impulsivas, pensamientos caóticos de los cuales a veces no me es fácil zafar.

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