miércoles, julio 13, 2011

las cosas y las palabras

Retrocedo como la única acción que me pertenece. El pertenecer de mi ser sigue adosado a las imágenes que recién se repetían mientras mis ojos cumplían con la función de leer. Eso se llama desconcentración, diría cualquiera. También puede ser distracción a causa de una preocupación, amor, o sólo, simple cansancio. Existen múltiples maneras de leerlo, pero la esencial, es inexplicable.
No dejo de retroceder. En mis palabras y en mi todomí. 
El decirse vacío como un lugar común, y el sentirse vacío como una especie de psicoanálisis absurdo.
Si tuviera que empezar a escribir mi autobiografía empezaría con esta frase: Cuando duermo siento mi inteligencia. Cuando despierto siento la materia. 

Sobre la espalda es mucho el peso, y es algo más allá de lo que pueda expresar. 
Los límites del lenguaje hacen fuerza y cumplen su función: los códigos linguísticos que usamos para inter comunicar nos no me son útiles para traspasar lo común. 

Siento que la poesía podría ser una solución para franquear las fronteras programáticas, pero a la vez pienso que cualquier batalla que pudiera encarar desde ese frente sería poco. 

Será que esta contradicción que intento poner en palabras no es propia de mí sino del lenguaje?