lunes, abril 23, 2007

martes, abril 17, 2007

lunes, abril 16, 2007

Cosas sin punto de llegada, suspendidas, cosas que me traen aquí y que ya podría comenzar a quebrar. Un “te quiero” hecho nudo en mi garganta, un abrazo que no pude dar y una carta: cosas que se traducen a un dolor al cual este domingo me niego a entregarme del todo.
Ahora que no estás quedé sin amparos y con un pozo tratando de atraparme. ¿De dónde puedo agarrarme?, tengo miedo a caerme sin ningún sostén cuando me haga cargo de la realidad.
Pareciera que a la hora de decir adiós quisiera estar rodeada de guirnaldas de despedida como si de un show se tratara. Me preparo para las pérdidas de gente que quiero como si fuera toda una experta. Es que en parte lo soy, pero la verdad es que soy muy buena actriz cuando de frustraciones se trata.
Hoy me dejaste sin nada y con todo. Te fuiste sin dejar huellas y eso me dejó pasmada, tanto que quedé como adormecida, sin aire. Pero, por otro lado, eso ayudó a que recuperara parte de mi inteligencia o, al menos, mi sensatez. Siempre hay un estremecimiento frente a lo real y yo hoy lo tuve con tu adiós silencioso, así es como terminé desarmada, con mis adornos, disfraces de estabilidad y caprichos destruidos. Como si el alejamiento ajeno produjera en mí un terremoto que me dejara totalmente vaciada de ese mundo de fantasías.
La noche puede transcurrir con mi semblante endurecido, mi mente y mi cuerpo buscándote en sueños que pueden transformarse en pesadillas. Pero, sólo de esa forma te dejaré estar; hasta quizás me deje caer pero no será por vos porque yo, en este instante, ya no me siento la misma.
Bienvenida desazón, estás de nuevo en tu casa. Un poquito de daño esta noche, un poquito de daño mañana; el resto todo amor. A buscarlo.